RENACIMIENTO EN JAÉN. PATRIMONIO UNIVERSAL
Un resumen de la visita teatralizada que disfrutamos con las Jornadas sobre el Renacimiento, patrocinadas por la Consejería de Cultura.
Una ventana al pasado de Jaén
El colectivo 'Jaén en Movimiento' organiza visitas nocturnas teatralizadas por la capital donde diversos personajes de antaño muestran las épocas más gloriosas de la vieja ciudad
ANTONIO ORDÓÑEZ //FOTOS: FRANCIS J. CANO / JAÉN
LA NOCHE. La mejor cómplice para estas actividades.
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CIERTAS noches oscuras, en la capital, una hechicera llamada María de Valladares conjura a Satán y a las sombras de la noche para arrastrar hasta la ciudad a espíritus de figuras del pasado como Leonardo da Vinci, Andrés de Vandelvira, Alonso de Jaén, Iomar Rodríguez y otros muchos personajes que dejaron su impronta durante el Renacimiento de Jaén.
Aunque pueda parecer fantasía y leyenda, nada más lejos de la realidad. Es real. Pero tiene su razón de ser. Se trata de las visitas teatralizadas que organiza el colectivo juvenil 'Jaén en Movimiento' y a través de las cuales se pretende acercar a visitantes y vecinos al más ilustre pasado de la ciudad. La última tuvo lugar el pasado viernes y vino de la mano de la Asociación Iuventa y de una de las actividades que este colectivo está realizando centrándose en el Renacimiento jienense.
En estas veladas teatralizadas participan grupos de personas que recorren un itinerario predeterminado por calles y rincones de la ciudad donde el visitante se encuentra con pintorescos personajes de antaño. Los recibe en el Palacio del Condestable Leonardo da Vinci, que les anuncia que en esa noche mágica los más grandes secretos y misterios se descubrirán. De camino por la calle Colegio, en la Plaza de los Naranjos, el grupo se encuentra con un mercader que vende sus libros en el Arrabal de San Ildefonso. Este curioso espíritu del pasado ofrece a los viandantes libros y grabados «procedentes del Renacimiento italiano».
El paseo continúa por la calle Montero Moya hasta la Plaza de Santa María, donde un enfadado Andrés de Vandelvira ha escapado del cielo y de los brazos de su mujer, Catalina, para ver terminada la que fuese su gran obra, la Catedral de Jaén. Vandelvira se muestra poco satisfecho con las torres que levantase Eufrasio de Rojas, con la portada y con la resolución del Sagrario; pero sin embargo está orgulloso del trabajo que continuaron sus discípulos.
En la calle Príncipe Alfonso sale al encuentro de la comitiva doña Iomar Rodríguez, esposa de un zapatero que se vio obligado, tras la bajada del negocio, a marcharse a hacer las Américas donde encontró la fortuna que su ciudad le negaba gracias a la amistad entablada con el Virrey de Perú (Conde de Villardompardo). Esta mujer hace una reflexión sobre como la historia ha ocultado la labor de tantas y tantas mujeres que lucharon y se esforzaron en América y que sin embargo han quedado en el olvido.
Encuentro con un buscón
La comitiva sigue sus pasos por la calle Francisco Coello (conocida como Calle Llana) y en Julio Ángel se topa con un buscavidas de la época. Se trata de Alonso de Jaén, un personaje sacado de una novela de Antonio Rafael Salido Lechuga y que cuenta la historia de un joven en el Jaén del siglo XVI al que la vida sólo le concede mil y una desventuras.
Al subir la calle, en uno de los laterales de la catedral, una voz con acento criollo frena al grupo de visitantes. Se trata de Francisco de Serra, un extremeño que se reconoce americano y que tras conocer el trabajo de Andrés de Vandelvira en la Catedral jienense trasladó su modelo por diversas construcciones catedralicias de Perú, Ecuador, Méjico, etc.
El recorrido finalizó en la Plaza de Santa María, donde entre un círculo de velas, apareció la figura de María de Valladares. La hechicera, tras realizar de nuevo su conjuro, fue atrayendo hasta el círculo de poder a los personajes que durante esta noche habían abandonado su descanso. La magia de la noche finalizaba, pero el conocimiento de Jaén no había hecho más que empezar
Una ventana al pasado de Jaén
El colectivo 'Jaén en Movimiento' organiza visitas nocturnas teatralizadas por la capital donde diversos personajes de antaño muestran las épocas más gloriosas de la vieja ciudad
ANTONIO ORDÓÑEZ //FOTOS: FRANCIS J. CANO / JAÉN
LA NOCHE. La mejor cómplice para estas actividades.
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CIERTAS noches oscuras, en la capital, una hechicera llamada María de Valladares conjura a Satán y a las sombras de la noche para arrastrar hasta la ciudad a espíritus de figuras del pasado como Leonardo da Vinci, Andrés de Vandelvira, Alonso de Jaén, Iomar Rodríguez y otros muchos personajes que dejaron su impronta durante el Renacimiento de Jaén.
Aunque pueda parecer fantasía y leyenda, nada más lejos de la realidad. Es real. Pero tiene su razón de ser. Se trata de las visitas teatralizadas que organiza el colectivo juvenil 'Jaén en Movimiento' y a través de las cuales se pretende acercar a visitantes y vecinos al más ilustre pasado de la ciudad. La última tuvo lugar el pasado viernes y vino de la mano de la Asociación Iuventa y de una de las actividades que este colectivo está realizando centrándose en el Renacimiento jienense.
En estas veladas teatralizadas participan grupos de personas que recorren un itinerario predeterminado por calles y rincones de la ciudad donde el visitante se encuentra con pintorescos personajes de antaño. Los recibe en el Palacio del Condestable Leonardo da Vinci, que les anuncia que en esa noche mágica los más grandes secretos y misterios se descubrirán. De camino por la calle Colegio, en la Plaza de los Naranjos, el grupo se encuentra con un mercader que vende sus libros en el Arrabal de San Ildefonso. Este curioso espíritu del pasado ofrece a los viandantes libros y grabados «procedentes del Renacimiento italiano».
El paseo continúa por la calle Montero Moya hasta la Plaza de Santa María, donde un enfadado Andrés de Vandelvira ha escapado del cielo y de los brazos de su mujer, Catalina, para ver terminada la que fuese su gran obra, la Catedral de Jaén. Vandelvira se muestra poco satisfecho con las torres que levantase Eufrasio de Rojas, con la portada y con la resolución del Sagrario; pero sin embargo está orgulloso del trabajo que continuaron sus discípulos.
En la calle Príncipe Alfonso sale al encuentro de la comitiva doña Iomar Rodríguez, esposa de un zapatero que se vio obligado, tras la bajada del negocio, a marcharse a hacer las Américas donde encontró la fortuna que su ciudad le negaba gracias a la amistad entablada con el Virrey de Perú (Conde de Villardompardo). Esta mujer hace una reflexión sobre como la historia ha ocultado la labor de tantas y tantas mujeres que lucharon y se esforzaron en América y que sin embargo han quedado en el olvido.
Encuentro con un buscón
La comitiva sigue sus pasos por la calle Francisco Coello (conocida como Calle Llana) y en Julio Ángel se topa con un buscavidas de la época. Se trata de Alonso de Jaén, un personaje sacado de una novela de Antonio Rafael Salido Lechuga y que cuenta la historia de un joven en el Jaén del siglo XVI al que la vida sólo le concede mil y una desventuras.
Al subir la calle, en uno de los laterales de la catedral, una voz con acento criollo frena al grupo de visitantes. Se trata de Francisco de Serra, un extremeño que se reconoce americano y que tras conocer el trabajo de Andrés de Vandelvira en la Catedral jienense trasladó su modelo por diversas construcciones catedralicias de Perú, Ecuador, Méjico, etc.
El recorrido finalizó en la Plaza de Santa María, donde entre un círculo de velas, apareció la figura de María de Valladares. La hechicera, tras realizar de nuevo su conjuro, fue atrayendo hasta el círculo de poder a los personajes que durante esta noche habían abandonado su descanso. La magia de la noche finalizaba, pero el conocimiento de Jaén no había hecho más que empezar
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